¿Me dejas jugar?

¿Quién no ha hecho esta pregunta alguna vez en su vida? Sobretodo de pequeño, cuando querías quedarte un poco más y acabar la gloriosa batalla que estabas librando con tus muñecos, o dejar sellado el pacto que os llevaría a la victoria después de comer. Es normal que cuando hay una situación de dependencia directa tengas que pedir permiso para jugar. Tu madre o tu padre son los que marcan el ritmo y si es la hora de comer, o de irse a dormir o de salir o de lo que sea, tiene sentido que te den un toquecito y arruinen tu diversión -momentáneamente-. 



Como ante cualquier pérdida primero viene la negación, el momento en el que no quieres que eso ocurra. Fuerzas la máquina y al segundo empiezas con la negociación como si nada: «voy, voy, cinco minutos». Al final un grito o una orden directa y tajante, con la sutil e implícita amenaza de un castigo, acaban haciendo que te levantes y vayas a hacer lo que fuera que te pedían que hicieses.

Sin querer he ido mezclando el pasado y el presente en lo que acabo de escribir, no porque me pase, sino porque se que pasa. Es un tema peliagudo así que voy a ir paso a paso desgranando el grave problema del tener que pedir permiso para jugar, no sé si a alguien le servirá pero quizás leyendo esto sepáis, amigos y amigas lectores, que si tenéis que pedir permiso para jugar estáis jodidos pero aún hay esperanza. ¿De qué narices estás hablando? Los que no sepáis la respuesta sed bienvenidos al lado afortunado de la vida friki, los que sepáis perfectamente qué quiero decir, lo siento pero que estéis en esa situación también es culpa vuestra. No rageéis, seguid leyendo por favor que voy a explicarme.

Toda afición requiere de un tiempo para realizarse, ya sea ir a ver el futbol con los amigos, salir a dar una vuelta, practicar algún deporte, tocar un instrumento musical, etc. Las aficiones y hobbies de los que hablo aquí no son diferentes; ya sea preparar la siguiente aventura de tu grupo de rol, leer trasfondo para interpretar mejor a tu personaje, pintar tu nuevo ejército, conseguir el último logro del videojuego al que te estás viciando o leer un capítulo al día de la novela que lo está petando. Todo esto requiere un tiempo, se podría llamar «tiempo de preparación». Este tiempo de preparación no es diferente que el de otros pasatiempos, ya que si quieres ir a ver el fútbol o salir a dar una vuelta igual te tienes que vestir, preparar e ir hacia el lugar donde vas a disfrutar de tu afición. Sin embargo nosotros, frikis del mundo, tenemos el inconveniente y la gran ventaja de que nuestro tiempo de preparación también es parte de nuestra afición, con lo cual disfrutamos doblemente, pese a quien le pese.



Claro que eso es tiempo y el tiempo en la vida cotidiana se paga a precio de oro (excepto el que estás trabajando, que con suerte te explotan solo un poco). Tenemos una miríada de obligaciones diarias que van desde el escueto fregar los platos hasta el complejo y nunca agradable cambiarle los pañales al crío, pasando por sacar al perro, cocinar, adecentar la casa, poner lavadoras, etc. Son obligaciones que tienes que cumplir, no hay otra, eso lo tienes que hacer quieras o no ya que son cosas necesarias u obligaciones que te has impuesto en base a decisiones importantes de la vida (véase tener un hijo). Buscar el tiempo para jugar a lo que sea o dedicarle un instante a tu afición es muy complejo con todas estas cosas, puede que en algunos momentos sea prácticamente imposible encontrar el momento adecuado para jugar. Hay tiempos de sequía donde simplemente juegas menos, podríamos decir que hibernas lúdicamente hablando. Ahí tampoco está el problema.

Todo empieza cuando en igualdad de condiciones y de tiempo tienes que pedir permiso para desarrollar una afición. Me voy a meter un poco en camisa de once varas diciendo que si a tu pareja tienes que pedirle permiso para jugar igual no te estás dando cuenta pero realmente se lo estás pidiendo a tu padre o tu madre, ¿creepy, verdad? Hay una diferencia clave entre hablar las cosas y pedir permiso. Hablar las cosas, negociar, creo que es la base intrínseca de toda relación humana (ya no hablemos de la pareja), no se trata de te cambio este día que vamos a comer a casa de tu madre por un día de rol con mis amigas, eso se llama comerciar con bienes que ni te pertenecen ni son aptos para el comercio. Ahora me diréis que el comercio tiene una base implícita de negociación y es correcto, pero estamos hablando de aficiones y de tiempo libre, creo que podemos dar un pequeño salto de fe.

La negociación es sana y se tiene que basar en argumentos reales y sinceros. «Necesito jugar a rol una vez a la semana porque me hace feliz» se podría contestar con un «los miércoles tengo clase de kick boxing, ¿podría caer ese día?», pero nunca con un «es que claro, tú siempre a lo tuyo y a mí que me jodan». Ya os digo que hay situaciones que implican un tiempo libre de mierda para la pareja en global, no hablo de los momentos en los que ninguno de los dos puede hacer nada, no tendría sentido. Hablo de los momentos en los que pudiendo hacer los dos algo con el tiempo libre que cada uno tiene, se intenta evitar que la otra persona haga lo que más le apetece. Muchas veces es inconsciente, basado en argumentarios populares como «eso es de niños», «no sé cómo puedes gastar tiempo para eso», «¿prefieres eso a estar conmigo?» o el super ofensivo «no sé cómo te puede gustar esa mierda». Si habéis escuchado alguna vez alguna de estas frases dicha por vuestra pareja o habéis perdido la batalla o aún os queda mucho por luchar.



Hay varias cosas sobre las que discutir, lo primero es el concepto de tiempo libre, hay que asentar una base en la que los dos creáis que el tiempo libre es lo mismo. ¡Pero claro que es lo mismo imbécil! Sí, sí, ¿se lo has preguntado a tu pareja? La gente tiene conceptos de tiempo libre diferentes, aunque objetivamente siempre sea «tiempo que puedo dedicar a cosas que no sean obligaciones o trabajar». Tenemos poco de eso hoy en día. Yo ahora mismo estoy invirtiendo mi tiempo libre en escribir estas líneas, pero quizás otra persona lo consideraría trabajar. El tema del tiempo libre es controvertido y si tu pareja cree que tenéis que pasar rato juntos y tú consideras que tu tiempo libre lo quieres pasar jugando al PC... os digo a la de ya que tendréis que encontrar un punto de acuerdo. Quizás unos días específicos para que cada uno vea satisfecho su concepto de tiempo libre bien aprovechado. Es complicado y cada caso tiene su tema.

Luego tenemos el tema del dinero. Cualquier friki y su respectiva pareja no friki saben que nos podemos gastar una cantidad interesante de dinero en cosas que el grueso de la población considera estúpidas. ¿Para qué vas a ir al cine a ver otra vez esa película? ¿Vas a pagar 20€ más por la camiseta y el poster firmado cuando el juego es el mismo? ¿90€ por esa miniatura y encima no te viene pintada? ¿50€ por un libro, no se habrán equivocado? No juzguéis, nadie nace aprendido y de la parte de la pareja friki hay que empezar haciendo pedagogía sobre por qué ese póster firmado puede merecer la pena los 20€ que te cobrarán de más. Explicándoles por qué tiene valor para ti seguro que entiende por qué lo quieres necesitas. Además, es un argumento de defensa (que no a la defensiva) el comparar cualquiera de nuestras aficiones frikis con la afición por antonomasia de este país: ir a cenar y salir de fiesta. Sumad lo que una persona que sale cada fin de semana de fiesta y a cenar se gasta al mes. No estoy juzgando, que cada uno haga lo que quiera, pero es muy fácil juzgar cuando se desconoce el valor real de algo (precio de miniaturas, libros, videojuegos, etc.) y más llevadero el no juzgar cuando la afición es compartida por medio país (eh, que a mí también me gusta ir a cenar fuera de vez en cuando, no os creáis).

Vaya tochete rico, total, para acabar diciendo que lo que tenéis que hacer es hablar; parejas del mundo, hablad. En temas tan sensibles como las aficiones y el tiempo libre el acuerdo es la única vía posible para el disfrute. Id al corazón, argumentos honestos y directos como «me hace feliz» no deberían ser obviados con facilidad. Negociad para intentar cuadrar la vida en pareja con esto; hay momentos para todo y bien estructurado se puede hacer. Explicadle a vuestra pareja vuestra afición e intentad practicarla juntos (no hay nada más molón) y si acaba no gustándole, como mínimo entenderá por qué te gusta tanto a ti.



Por último, he revisado el texto varias veces y he visto ciertos problemas. A la hora de escribirlo he intentado ser sexualmente neutro por respeto, espero lo mismo en los comentarios.; si bien es cierto que la afición es mayoritariamente masculina, eso no significa que sus parejas tengan que ser siempre mujeres. En cualquier caso, más que una crítica este texto pretender ser una ayuda a la conciliación del mundo friki y amoroso, que parecen siempre llevarse mal. Quizás tendríamos que hacer una crítica constructiva a la afición y preguntarnos si realmente necesitamos ritualizarlo tanto todo.

A ver, que se de buena tinta que hay aficionados al ciclismo que casi se pasan más tiempo «almorzando» en masías que pedalenado, pero realmente ¿los rituales son necesarios? A mí me gustan eh, y considero que si cada semana cuando jugamos a rol, después de cenar hacemos un pequeño parón para café y piti, pues me apetece hacerlo. Pero eso hace que pases más tiempo practicando tu afición y si está siendo motivo de fricción, quizás podríamos evitar la partidita de munchkin antes de comenzar a jugar o la cerveza de después de la partida. No veo porqué debería hacerse pero si ayuda... adelante

Yo he tenido mucha suerte, porque cuando no les ha gustado mi afición igualmente han visto que era tan necesaria para mí que les ha encantado que la practique; pero lo mejor de todo es que tu pareja respete, entienda y en cierta medida comparta tus aficiones (tendrás que hacer lo mismo). Compartid vuestras aficiones con vuestras parejas, niñas y niños, alguna de las consecuencias de que eso ocurra serán tan extrañas y buenas para vosotros y vosotras que no os lo imagináis.







Comentarios

Entradas populares