Volviendo a Azeroth

Pues eso, 10 años después de abandonar Azeroth he vuelto. Para aquellos que no sepan de lo que estoy hablando, mejor, huid ahora que podéis porque quizás os gusten demasiado las cosas que he visto y ahora voy a contaros. World of Warcraft, ese juego.


Yo siempre consideré que jugué hardcore al juego, pero entre amigos y conocidos que ibas haciendo, me fui dando cuenta de que a pesar de que no se me podía considerar casual, ni mucho menos era hardcore. Hacía mis sesiones de farmeo al día y mis tres cuatro noches de raid a la semana, pero la cantidad de horas que le echaban encima mis compañeros de guild era algo impresionante. 

En su día dejé de jugar porque empecé a estudiar una segunda carrera y entonces el tiempo disminuyó de manera exagerada. En aquella época tampoco sabía organizarme demasiado bien el tiempo, sin conocer la palabra era un procastinador nato, pero aún así, debía hacer el esfuerzo con las dos carreras, que para algo habíamos pagado las matrículas en aquel septiembre del 2008 precrisis. Total, que basta de historia, que he vuelto y lo que veo me está molando.


Juego dos o tres días a la semana y me mola bastante esta cadencia de juego. No se hace pesado y vas subiendo poco a poco. Aunque lo que estoy disfrutando más de mi vuelta a Azeroth es ir descubriendo lo cambiado que está todo. Cambios en los mapas, misiones que son las de entonces pero con un tono nuevo que las hace diferentes, no sé el ambiente es el mismo pero se nota que en este mundo han ido ocurriendo cosas. Durante el tiempo que no he estado jugando siempre he tenido algún colega que iba volviendo y me iba explicando qué narices pasaba. Yo lo deje cuando el Lich King despertaba y ya no jugué ni siquiera la expansión de Rasganorte, pero aún así he ido viendo qué narices pasaba con el destino de mi amada Horda.

De los personajes y su forma de subir también han cambiado cosas. Además de ser extremadamente más sencillo, las habilidades y hojas de talento han dado un vuelco conservando partes que antaño las hicieron mágicas. Hay muchas más razas y más clases, hay muchas más combinaciones posibles y eso promueve que el juego aún sea más grande que lo que fue entonces.


La primera vez que volví a Ogrimmar fue como volver atrás en el tiempo. La ciudad es la misma pero han cambiado cosas, ha sido extraño. Todo el rato tengo la sensación de haber redescubierto a un viejo amigo para el que los años no han pasado en balde. No sé cuánto tiempo me queda en Azeroth, seguramente jugaré de manera intermitente hasta que consiga la proporción de 1h por 1€ invertido. Las sensaciones son buenas, todo mola demasiado. 

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