Age of Sigmar y el trasfondo

Este post va en la pestaña de miniaturas pero bien podría ir en la de literatura ya que quiero hablaros de Age of Sigmar (el antiguo Warhammer Fantasy) y la historia que sustenta el juego. Hace poco me he terminado el segundo libro de su saga de las guerras realmgate y con el pequeño salto de calidad que han dado con toda la trama de los protentos malignos, creo que estamos en el inicio de algo grande. Lo primero que deberíais hacer si sois viejos fans de Warhammer Fantasy es olvidaros de casi todo del antiguo trasfondo. Las historias que vivimos en el mundo del antiguo juego sustentan un pasado mitiquísimo que muy de vez en cuando aflora en algún relato.

Sí, hay nombres que son iguales, sí hay personajes que tienen el mismo estilo y trasfondo que antes, pero es un universo nuevo en el que todo lo que pasó en el Viejo Mundo... apenas es recordado por algunos dioses. ¿Está bien que sea así? No sé si está bien o mal, sé que es diferente, tanto en tono como en color, así que echadle un vistazo para ver si os atrae.

Siempre digo que el nuevo trasfondo de Warhammer está orientado únicamente a la batalla, la lucha entre las diferentes facciones. El Viejo Mundo era un lugar en el que se podían generar historias de terror, venganza y hasta dramas románticos. En los mundos de Age of Sigmar (sí, son mundos) solo hay guerra y si bien hay espacio para la civilización y sus desdichas y dramas, esta siempre está asediada por montones de enemigos que quieren saquearla, destruirla, contagiarla o cualquier vileza que se le cruce al caudillo de turno. Warhammer Age of Sigmar tiene un trasfondo en el que lo importante son las guerras y estamos viviendo el inicio de las mismas sobre las cuales se cimentarán las tramas del futuro.

Las guerras realmgate son un conjunto de batallas que sucedieron cuando Sigmar dejó caer a sus queridos Stormcast a los diferentes mundos, siempre en pos de ayudar a las fuerzas del Orden a conservar estas extrañas puertas dimensionales. Básicamente es una serie de conflictos para controlar estos realmgates, estas puertas a lo Star Gate que conectan diferentes puntos de los inmensos mundos de AoS o diferentes mundos y reinos entre sí. El control de estas puertas da poder, como siempre ocurre en las guerras y las vías de comunicación. Pero no solo de las guerras realmgate vive el aficionado, hace poco se han cascado una campaña llamada Malign Portents que ha hecho evolucionar ligeramente el trasfondo.


Si queréis leer los relatos que han ido sacando de Malign Portents podéis pasaros por esta web y echarle un ojo. La verdad es que me he leído la mitad, voy poco a poco, y me gustaría hablaros más adelante con algo de profundidad, pero sirva ahora decir que estos portentos malignos han provocado una serie de alianzas y batallas que han plantado la semilla para un futuro prometedor en el juego. La vuelta de Nagash y el ascenso definitivo de los elfos nos ha dado alas.

Sí, ya hay elfos. Y la verdad es que excepto las hijas de Khaine, que todos esperábamos que fueran las elfas brujas de los elfos oscuros de toda la vida, lo que ha salido ha emocionado. Están sacando facciones que no dejan indiferente y eso siempre es positivo, los Idoneth Deepkin se unen a las fuerzas del Orden desde las profunidades abisales del mar, para luchar... ¿por la supervivencia? A saber. El sello de la tríada élfica está por llegar con los elfos montados en dragón y ahí podremos hablar ya de qué narices se proponen los orejas largas otra vez. Lo que sí os puedo decir es que han venido para quedarse muy fuerte.



El tiempo dirá si el cambio de estrategia y temática le ha sentado bien al universo de Warhammer. Está claro que el viejo juego de miniaturas hacía tiempo que vendía más en ambientes alejados de los wargames (novelas, cartas, videojuegos, juegos de mesa, juegos de rol, etc.) que en los mentideros de siempre. Y no era porque el ambiente absolutamente oscuro y absurdamente europeo del juego no molara, al revés, pero ya sabemos quién es el país más fuerte en cuanto a venta de miniaturas, el mercado más potente vamos: el anglosajón. Que si en los EEUU quieren tíos dorados con armaduras que lanzan rayos por el culo, ¡tomad stormcast!

Bichos como los Stormcast o algunas de las cosas que están saliendo ahora no habrían tenido cabida en el Viejo Mundo, habrían cantado más que una nación de Ogros con las gaitas a petar. Por mucho que nos gustara la historia del Viejo Mundo era el momento de dejarlo atrás. Estamos viviendo el génesis de un trasfondo, de una forma distinta de contemplar el juego. Que sea totalmente diferente no implica que no tenga que molar, pero le queda mucho camino por delante aún y... a nadie le sorprenderá que diga que molaría mucho que molara.

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